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Diane Wilke, SE VALE TOCAR

12 abr 2023 - 12 may 2023

¨Un lugar perfecto, una casita amarilla en medio de la San Miguel Chapultepec. Diane me invita a su estudio. Mi madre y Diane son amigas muy cercanas. Hasta ahora, para mi ella ha sido eso más que una artista, una amiga de mi madre. El primer contacto que tuve con su arte fue un día que llegaron unos platos pintados a mano, por ella, a mi casa de la infancia. El mío, con unas cerezas hermosas y un título tan simple como “Les cerises”. Quise comer sobre ese plato durante años y hasta la fecha lo recuerdo con todos sus detalles.

Pensando que conozco bien lo que hace Diane, por todas las piezas que he visto a lo largo de los años en casa de mis padres, y aceptando que es una buena artista sin darle más vueltas, me sorprendo al entrar a su taller. Un pequeño cuarto de dos pisos repleto de caras, caras por todos lados: en las paredes, sobre las mesas, y palabras, muchas palabras, frases. Algunas sobre los dibujos que pintan las paredes, y otras, como etiquetas, ayudan a clasificar pilas y pilas de cuadernos interminables. Pequeñas estatuillas de cerámica que se forman una detrás de otra en una fila interminable de personajes curiosos. En mí nace inmediatamente la urgencia de sacar y revisar. Diane me da libertad total de esculcar y es música para mis oídos. Nunca había estado en un estudio tan lleno de vida, de historia y de juguetes.

Me da curiosidad la definición de juguete en el diccionario: “objeto con el que los niños juegan”. Por esta definición tendríamos que calificar a Diane y a todos los que tenemos contacto con su extensa obra, como niños. Pero hay algo más en su obra que me hace pensar en dualidad: los colores, los múltiples perros y personajes me regresan a mi niñez, y los dibujos de personajes envueltos unos con otros en modo pelea con la frase “Does it hurt?” escrita sobre el papel me hacen cuestionarme qué tanto involucrarme con el “otro” a mi edad adulta, me hace sentir dolor.

La doble interpretación de un simple dibujo me causa curiosidad y en unos minutos me encuentro dando vueltas y vueltas a las páginas de los infinitos cuadernos de Diane; infinitos porque cada uno de ellos contiene una cantidad de información indescriptible, en forma de diario, e infinitos porque en su taller se ha perdido la cuenta de cuántos cuadernos hay exactamente. El dicho “de lo bueno poco” no aplica en este caso, cada uno vale la pena a su manera y es un deleite buscar un significado propio en cada uno de ellos, perderse durante horas y—qué suerte la mía—con la voz de Diane como soundtrack mientras doy vuelta a estas páginas, hablándome no necesariamente de sus cuadernos, pero siempre hablándome de algo que tiene que ver con lo que inspira su obra, el holocausto, la travesura, el robo, la diversión, sus hijos, la actuación y los personajes.

Una caja en específico me llama la atención: “Poubelle” (basura en francés). Diane me habla de las múltiples veces que ha tirado su obra a la basura, de cómo hace estas limpias de vez en vez y cómo esas cosas que tira no le parecen aptas para los ojos de los demás. Pero también me habla de las veces que, arrepentida, ha perseguido al camión de la basura, queriendo recuperar algo que había dado por perdido. Daría la vida por recuperar esas cosas que el camión de la basura sí logró llevarse. Estoy segura de que se encontrarían muchas joyas. Diane me hace pensar en lo subjetivo que es el trabajo de una artista, en él vaivén de historias que uno se cuenta sobre su propio trabajo y que a veces convierten una gran obra en eso: poubelle.

Llego a su estudio una mañana y Diane está en el jardín, sobre una mesa redonda en donde trabaja seguido. Está derritiendo una especie de cera que seguidamente pondrá sobre estas caras que compulsivamente dibuja sobre lienzos, usando esmalte de uñas. El efecto de los colores, de la repetición de las caras y sobre todo de la cera sobre ellas me hace preguntarme qué es eso que Diane ve tan claramente sobre la gente, pero que también quiere borrar, hasta cierto punto. Es esa sensación extraña de acordarse de alguien, o de algún rasgo específico de una persona pero no estar del todo seguro de quién o qué es eso que quedó en el recuerdo.

Durante las últimas semanas Diane y yo hemos hablado varias veces de que el arte de alguna manera siempre incita a ser tocado. Recuerdo una vez que activé una alarma en un museo por acercarme demasiado a la obra y, aunque fuera vergonzoso, me pareció natural. Todo arte tiene una textura, una forma, un olor; todo esto forma parte de la historia de la obra y de su porqué.

El trabajo de Diane está lleno de texturas deliciosas, de colores intensos y oscuros, de olores a salón de manicura, a cal. Lo que nos permite Diane con esta pequeña retrospectiva de su trabajo es interactuar con su obra de la misma manera que yo pude interactuar estando en su taller, a tocar, a sentir, a oler, a vivir la obra no como una obra de arte sino como un objeto que se descubre con todos los sentidos, no sólo con la vista. Nos permite también a ser curiosos en nuestros propios términos, sin indicaciones ajenas y sin límites. A esculcar el cerebro de la artista desde más cerca, a activar sin pudor las alarmas inexistentes que protegen las obras.¨ –Emilia Garcia Elizondo

Diane Wilke nace en la Ciudad de México el 4 de octubre de 1963. Cursa sus estudios de pintura en la École Nationale Supérieure des Beaux Arts en París. Fue alumna de Antonio Segui y obtiene el diploma en 1989.

Ha sido premiada en varias ocasiones, siendo el más importante el premio Amalia Fortabat que ganó en 1989 como la mejor artista latinoamericana.

Ha expuesto en varias galerías del país como Ramis Barquet en Monterrey, Nuevo León; Galerías Pecanins y ahora como artista regular de la Galería de Arte Mexicano, GAM.

Ha tenido diez exposiciones individuales y formado parte de varias colectivas.

Ha sido invitada a formar parte del Grupo de los Dieciséis : Juguete Arte Objeto, y Caas Mágicas.

Su obra ha estado expuesta en el Corredor Reforma varias veces.

Podemos encontrar obra suya en espacios públicos como el Hotel Aqua de Cancún, La casa que canta en Zihuatanejo, y en edificios residenciales y de oficinas en el extranjero.

Es docente de Centro Diseño Cine y Televisión desde 2007, donde imparte la materia de dibujo.

 

Instagram: @dianewilke

 

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